Del año que termina

Del 2015 son mis llantos y también mis pasiones. Son mis lágrimas pero también mis alegrías, las sombras que encontré en el camino y los peldaños que tuve que subir, las historias que conté y las que continuaron sumergidas en el fondo de mi alma. Del 2015, fueron los trocitos de vida que encontré en el camino, aquellos que me hicieron crecer como persona, alimentando mi interior de experiencias, que recordaré por el resto de mis días.
Del año que termina fue el golpe pero también la luz, la Fe en aquello que nunca falla, los amigos que encontré y también que reencontré, los lugares que vi y también los momentos que pasé en mi isla redescubriendo cada rincón y pintando amaneceres.

Del pasado fueron tus ojos y mis lágrimas, la ausencia pero también la ternura de tu voz, de tu presencia, de tu latido fuerte cuando estás cerca, de la caricia y la sensación de pérdida y hallazgo constante, gran descubrimiento.

De los meses transcurridos son miles de besos, que guardo en el tarro de luces, luciérnagas encendidas que me necesitaré en el camino que ahora comienzo, para que no me falten, para que su huella me recuerde que estáis ahí, que no os habéis ido, y lo más importante, que nunca os marcharéis.

Y lo sucedido se vislumbra en el camino como sendero recorrido de pistas perennes e imborrables, espacio al que volver la vista, sólo de vez en cuando, para entre suspiros reafirmar lo que ocurrió, seleccionando únicamente aquello que pueda ser útil.

Del final es el comienzo, reinicio, reposicionamiento. Sonrisa, cabeza alta y ¡a por todas! A seguir besando, abrazando, abriendo el ojo cada mañana, a reír y a llorar, a pulsar teclas – a veces más de las debidas-, a conversar, a rezumar palabras, a respirar partes de cada uno, a animar mañanas, a soñar, a crecer, a creer, ¡a abrirse al mundo!, a recorrer cicatrices y permanecer sentado mientras esperas, a ser paciente, a correr si toca, a escuchar, a leer las líneas de la mano que te ofrecen, a bucear miradas, a aspirar…¡fuerte! A descubrir entre emociones que no estamos solos, a brincar con cada uno de los descubrimientos, a contar, a ver mundo, a asimilar, a sonreír (¡mucho!), a querer, a amar (-que no falte el amor-), ¡A VIVIR!

(Doy gracias a cada una de las personas que se preocuparon de que encontrara mi camino durante este año que termina, dejando miguitas de cariño en el camino de vuelta a casa, poniendo nubes de algodón en el cielo cuando sobrevolaba el infinito, siendo balsa oportuna en aguas turbulentas, ofreciéndome la mano y el oído en mis días tortuga, creyendo en mí cuando nadie lo hacía, puntales firmes cuando me derrumbaba,…, sólo os puedo decir una cosa: siempre estaré ahí para vosotros, me entiendo por vos, me comprendo por cada una de las personas que amo. Y, como diría un personaje de película, “ y no tengo más que decir sobre este asunto”. Besos 1000).

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(Amanecer y atardecer del día 23 de Diciembre de 2015, en la isla de Pandora Noviembre)

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